viernes, 11 de julio de 2008
Me lo dijo Chris Carter
Recién había televisión por cable en mi casa, era toda una novedad ver todos los días películas subtituladas sin necesidad de arrendar. Una tarde, un sábado recuerdo, sintonicé Venevisión (entonces un operador llamado Mundo Cable, que luego fue succionado por Metrópolis, que su vez fue succionado por Intercom que, a su vez, fue succionado por VTR, en un caso de vampirismo coorporativo-televisivo, lo tenía en su parrilla programática) y ahí estaba un tipo con cara de simpático, pero triste, en un bosque y a su lado una mujer no necesariamente bella, pero profundamente atractiva llamada Scully.
Entonces no sabía que tenía al frente, pero me enganchó. No sabía que era fenómeno en Estados Unidos ni nada, simplemente la disfruté como se hacía con la televisión antes: capítulo a capítulo, sin el apuro obsesivo de ahora de conseguirse toda la temporada de una sola vez, para ojalá verla en sólo dos días y llegar, al otro día, a la universidad o al trabajo, comentándola, en una carrera idiota que nos ha hecho perder el verdadero disfrute y sentido de la cosas (cuando éramos capacer de mantener el suspenso por siete días y nadie se preocupaba de extras, sonido 5.1, pantalla widescreen, palabras como quemar un cd o bajar un archivo).
Esa emoción de la primera vez se me había olvidado, hasta ayer cuando, el mismo día de Batman, tuvo un encuentro cercano con el mismísimo Chris Carter. Sí, el hombre detrás de X Files, el culpable de muchos desvelos y del hecho de sospechar hasta de mi propia sombra (como Peter Pan).
¿Qué puedo decir de él? Un tipo realmente ajeno a lo que uno podría imaginar (tomando en cuenta la serie que creo), más parecido a un músico de los Beach Boys que un gurú de lo paranormal, hombrecitos verdes y conspiraciones gubernamentales.
No llegó rodeado de una nube de misterio a lo Carlos Pinto (ese sí que es un tipo realmente paranormal con su barba de dos pelos y su humo de utilería barata). Con su look perfectamente bronceado y pelo cano, más parecía dispuesto a ir a un centro de ski que a una convención de fans. De hecho arribó preguntando por las viñas y los mariscos, además de conmocionar a todos diciendo que esta era la segunda vez que visitaba el país: antes, hace cinco años, vino a surfear y nadie, absolutamente nadie, lo reconoció.
Esta vez fue distinto: llegó traído por los fans, con bombos y platillos, con una agenda intensa para hablar con la prensa de todo el continente y contar de qué trata la nueva película que se estrena el 24 de julio. Debajo del brazo trajo un clip de apenas un par de minutos, con imágenes inéditas del filme, un pequeña escena con David Duchovny y Gilliam Anderson en la nieve (la película se rodó en pleno invierno en Canadá y Carter confesó que todavía sentía los pies con hipotermia).
"Mulder, para", dice una frustrada Dana Scully mientras su compañero sigue con lo suyo, detrás de un predicador que le dice que ve cosas en la nieve. "Está bien; entonces, siéntete libre de rendirte como todos los demás", responde él. "Este ya no es mi trabajo", le recuerda ella y le refriega que sigue buscando a Samantha. "Ella ya está muerta", agrega el agente, adelantando una relación tirante
Aunque la idea era saber más de la cinta, fiel a su estilo y la estrategia de la nueva película con Mulder y Scully, Carter no adelantó mucho de "Los expedientes secretos X: Quiero creer". A penas contó que la historia transcurre seis años después, como si el tiempo fuera real, como si los personajes, estos años que estuvieron sin pantalla, hubiesen seguido viviendo en otra dimensión. "Fue como traer de regreso a la vida a un muerto".
¿Por qué tanto misterio con el guión? Porque es un Archivo X, es un expediente o te parece poco. Estando acá en Chile, vi un slogan en televisión que decía menos es más. Creo que mientras menos sepan más entusiasmados van a estar. Parte de la emoción que tenía la serie, era no saber nada", relató Carter.
Su guionista Frank Spotnitz confirmó que la cinta no tiene nada que ver con la mitología de la serie, que está pensada para atrapar a los que jamás se han conectado con ella. Es una película que explora más en la relación de Mulder y Scully, con un tal William como nexo común y con un cargado acento terrorífico, más parecido a las primeras temporadas. "Los queremos sorprender y asustar", contó.
La dupla aclaró que la serie, como tal, se acabó, que ya no habrá más Mulder y Scully en la TV, pero que si la película anda bien el plan es hacer más películas. "No me había dado cuenta cuánto extrañaba a los personajes", confesó Carter, un tipo bastante descreído que no se reconoce amante de la ciencia ficción pero que sí, de niño, seguía "Dimensión desconocida", "Galería nocturna" y "Kolchak, the night stalker".
Le echó muchas flores a "Lost" y contó que le encantaría que los fans lo apoyaran ahora en convencer a Fox para hacer una película a partir de "Millennium", una serie más oscura que "X files" pero que sólo duró tres temporadas y que, me perdonen los fans, en mucho es superior a X Files. Falto más comprensión.
Dark Knight: tiritones y escalofríos
Mi primer nexo con Batman fue cuando tenía como siete años. Estaba en el colegio y justo ese día salía de vacaciones de invierno. Mi hermano, que estudiaba en el mismo lugar, me esperó afuera con un pequeño regalo: un Batimovil, de marca Corgi, de la serie de televisión que protagonizaba Adam West. Casi 30 años después, todavía tengo ese pequeño auto, al que he sumado una gran colección de artículos, merchandising y juguetes relacionados. Pero ante todo muchos recuerdos que se conectan con toda mi vida.
Bueno, ayer viví otro. Al fin vi, en un adelanto exclusivo, "Batman, el caballero de la noche" ("Dark Knight"), y qué puedo decir sin matar el suspenso (spoiler le dicen ahora a algo que era más simple): que es brutal, salvaje, violenta y hasta sádica. Más un policial negro, con atisbos esquizofrénicos, que una película de superhéroes. Una cinta para ver otra vez, un blockbuster monumental, una superproducción que, bajo la capa del comic, cruza géneros y redefine muchas cosas.
Me dirán qué tiene que ver esta película aquí, en un blog que se llama Horas de Espanto. Bueno, este Batman, el que viene perfilando Christopher Nolan desde "Batman inicia", efectivamente asusta, da miedo y estremece (y no sólo porque el coprotagonista está muerto, lo que sin duda pone la piel de gallina).
Ya lo había hecho el director de "Memento" en la primera cinta que dirigió, con un Christian Bale que daba escalofríos sobrevolando Ciudad Gótica mientras reinaba, literalmente, el miedo y lo volvió hacer, pero cruzando nuevos límites que dejan a todas las demás películas inspiradas en comics (salvo el Hulk de Ang Lee) convertidas en un espectáculo de matiné, de hombrecitos con superpoderes enfundados en exóticos y colorinches calzoncillos (como dice Hancock, en lo mejor de esa cinta, "maricón de verde", "maricón de azul").
Este nuevo Batman es de verdad, deja de lado el oscurantismo gótico de Burton y la colorinche parafernalia gay de Schumacher por un realismo crudo. Una vez más Nolan cruza barreras y redefine las posibilidades del cine, demostrando que las películas inspiradas en comic son más que un espectáculo de niños. De hecho, dudaría mucho en llevar a un hijo o sobrino (no me gustaría sentirme culpable de sus pesadillas).
Y lo hace con casi dos horas y media de metraje, con un espectáculo que pinta para agotador pero que no lo es. Eso a pesar que parece terminar unas tres veces, pero el director se las arregla para enganchar al público otra vez y volver a empezar.
"Batman inicia" me gustó, en realidad me encantó. Que me perdone Tim Burton, ya que creo que superó a sus dos encapotados. Pero "Dark Knight" es otra cosa, aunque no sé si superior a la cinta anterior (y ojo que soy un fans confeso del encapotado negro, de esos que se han preocupado de ver absolutamente todos, desde lo primeros seriales hasta esa aventura animada que lo tiene junto a Scooby Doo... que miedo).
La película tiene un comienzo de filme policial, a lo más "Fuego contra fuego", con asalto a banco y pistoleros incluidos. Hasta que aparece Ledger y la piel se pone de gallina: ahí está el jovencito de las calcetineras confirmando que era un grande, capaz, incluso, de eclipsar al mismísimo Jack Nicholson. Su joker no actúa por venganza (como su colega), sino porque realmente ama el caos y la anarquía, disfruta haciendo daño y matando. Es un síntoma de una enfermedad llamada mayor llamada Batman, otro freak que ha decidido llegar a la ciudad.
A partir de ahí todo se empieza a descomponer. La armonía que había supuesto la irrupción de Batman, se triza. Se acaba el espejismo y Ciudad Gótica se descubre tal cual es: una urbe corrompida, un lugar dominado por el miedo y el egoísmo, donde se sobrevive a duras penas, y donde los héroes están a un paso de convertirse en villanos. Si no pregúntenle a Aaron Eckhart, actor que de un plumazo deja en el olvido al Harvey Dent desfigurado de Tommy Lee Jones.
Pero no cuento más, porque hay que verla. Es obligatorio.