Uno de los grandes temores a la hora de dormir, es no despertar jamás, de morir en pleno sueño y no precisamente de la manera más plácida. Yo, desde pequeño, tuve ese temor, de ser devorado por el cansancio, por la noche y sus infinitos espectros.
Ya dije que “Salem’s Lot” es uno de los culpables de mis noches de insomnio, pero hubo otros seres que ayudaron a que las noches fueran más largas de lo habitual o, al menos, algo más amenazantes.
Uno de esos es Freddy Krueger, el demonio del sueño por excelencia, un ser maldito y malvado que habita en nuestros sueños, convirtiéndolos en terribles pesadillas (una versión cartonesca del monstruo bajo la cama, del monstruo del armario y todos sus clones).
Dirán que siempre fue algo burdo y demasiado irónico para parecer real, pero esa musiquita infantil que lo acompañaba hasta el día de hoy me asusta de verdad.
Uno, dos, Ya viene por ti
Tres, cuatro, cierra bien la puerta
Cinco, seis, toma el crucifijo
Siete, ocho, no duermas aún
Nueve, diez, nunca dormirás
Uno, dos, canta a viva voz
Tres, cuatro, el hombre del saco
cinco, seis, decid lo que veis
Siete, ocho, cómete un bizcocho
Nueve, diez, ¿dónde está Fred?
Uno, dos, Freddy viene por todos
Tres, cuatro ponle llave a tu cuarto
Cinco, seis, un crucifico llevareis
Siete, ocho, a desvelarse un poco
Nueve, diez, nunca dormirás otra vez
Si eso no da susto, creo que nada lo da.
Bueno, el asunto que esa cancioncita anticipaba la irrupción de Freddy, con su viejo sombrero, su sweter de rayas negras y rojas y su enorme garra, que ya se la quisiera el Joven Manos de Tijeras en sus días más malos. Un villano, al menos estéticamente, de antología, que supo asustar y a la vez imponer una moda (desde entonces llevó rojo y negro).
La saga, ideada originalmente por Wes Craven (el mismo de “Scream”), fue bastante irregular, con momentos buenos y otros horribles (la mayoría). El comienzo, haciendo charqui a un jovencísimo Johnny Depp (en su primera película para el cine), prometía. Craven luego la dejó en manos de otros perpetradores, hasta que volvió en los 90 a poner orden con una película que proponía, como "Scream", hablar de cine dentro del cine, con todos los actores interpretándose a sí mismos, descubriendo que en realidad este malvado individuo era insuflado de vida cada vez que el realizador (el mismo Craven) comenzaba a escribir un guión (metafísica elevada a su última expresión).
También está esa entrega que incluía unos efectos 3D a la antigua (se trataba de "La muerte de Freddy, que vendría a ser la sexta entrega), cuando los lentes eran de cartón y en vez de cristales, como ahora, venían unos celofanes de colores pero muy rascas (ordinarios, de mala calidad, etc.). Hasta tuvo un encuentro cercano con Jason Vorhees, ese otro villano ochentero heredero de Michael Myers y al que le gustaba asolar a parejas que tenían sexo, jóvenes alcoholizados o drogados (vaya, no me había dado cuenta: no era un sicópata inmortal, sino un paladín de la moralidad).
Bueno, ahora anuncian que la cosa sigue, que Freddy vuelve, aunque ya no será el mismo. Robert Englund, quien encarnó al asesino en ocho entregas para el cine, ya no será de la partida. En su reemplazo se habla de Billy Bob Thornton, un actor de más carácter que aquí descendería a los laberínticos precipicios del cine de terror hecho en sagas (sería como ver el día de mañana a Al Pacino encarnando a Michael Myers, sin sacarse la máscara toda la película).
Lo que sí me da miedo es que detrás del proyecto está Michael Bay, productor que ha perpetrado algunas de los peores éxitos de taquilla del cine (que contradictorio, no?), como “Armaggedon” o “Pearl Harbor” (películas realmente infumables que, por extrañas circunstancias, arrasaron en su paso por cines).
En los últimos años se ha ido acercando al terror, impulsando una serie de remakes de filmes típicamente setenteros y ochentenos: “La masacre de texas” y “Horror en Amytiville”. De hecho, no sólo por estos días está abocado a impulsar el regreso de Krueger. En su carpeta también figuran los remakes de “Los pájaros” y “Martes 13” (“Viernes 13” en otros países).
La cinta, por lo que se ha publicado, sería una suerte de precuela, contando el origen de Freddy. La leyenda dice que Freddy Krueger nació producto de una violación y que, en su infancia, fue abusado y discriminado, transformándose con el tiempo en un peligroso psicótico. Ya adulto, se convirtió en un asesino de niños que luego de ser encarcelado por sus crímenes, fue dejado en libertad por un error. Enterados los padres del vecindario, decidieron hacer justicia por su propia mano y no se les ocurrió nada mejor que quemarlo vivo. Claro que Krueger no murió en silencio, sino que lo hizo profiriendo una demoníaca amenaza: que desde entonces habitaría el terreno de los sueños, donde se mueve como si se tratara del mundo real, de los descendientes de las personas que lo mandaron a la hoguera.
Lo único que me tranquiliza medianamente, es que entre los nombre de directores que se especulan para que se hagan cargo de esta nueva “Pesadilla en Elm Street”, está él de John McNaughton, un director que no posee una gran filmografía (salvo por títulos como “Perro Bravo y Gloria” o “Criaturas salvajes”), pero que por el sólo hecho de haber ideado “Henry, retrato de un asesino” se merece todo mi respeto y ahora, impacientemente, nuevo epicentro de mis próximas pesadillas.